En esta época abunda la chinola, que es maracuyá en América Central y del Sur y parcha en Puerto Rico. La parcha es familia de la chinola, se produce en enredadera, pero la pulpa es dulce. Muchas veces las compro en supermercados con el nombre de granadilla, quizás porque sabe igual que las semillas de granadillo. Respecto al anón, cuando viajé a Venezuela el año pasado observé que en las calles comerciales se vendía el anón por montones y me sorprendí, porque aquí hay pocas de esa fruta. Solo veo el anón en la fiesta de San Martín de Porres, en Las Tablas de Baní y aprovecho para comprarlo.
Me gusta muchísimo esta variedad de frutas en extinción, como las uvas playa que las compro en septiembre y octubre, las refrigero y tomo jugo cada vez que quiero. Antes compraba el helado, pero cuando me di cuenta que le agregan “suavizante” dejé de hacerlo, ya que se convierte de natural en artificial, por más artesanal que lo quieran hacer. Hace varios años elaboré un proyecto para conservar y cultivar en grandes cantidades las frutas en extinción, pero no encontré apoyo. Mi deseo era, o puede ser ya que todavía hay tiempo, que en cada hogar tuviéramos esas frutas por intercambio, si yo tenía parcha pues le daba una plantación a los interesados en adquirirlas y así sucesivamente.